viernes, 13 de marzo de 2015

Abordemos otro punto de vista sobre la violencia y sus causas:

¿La educación que recibimos  en casa contribuye a desarrollar conductas violentas? 

Muchas veces las conductas agresivas  que presentan las personas son aprendidas inconscientemente, para después llevarlas a la practica en circunstancias similares a las que aprendieron durante la infancia.

Los hombres y la violencia

La pre valencia de conductas violentas se asocia con las características de los géneros, por lo que puede decirse que la violencia masculina es una expresión dramática de la forma en que las instituciones y las culturas establecen la dominación de los hombres sobre las mujeres (Alatorre, 2000), que corresponde a los caracteres genéricos de la masculinidad ya mencionados: restricción para expresar las emociones e imitación de modelos de control, poder y competencia; y se mantiene cuando existe aceptabilidad social y familiar de que pueden resolverse los conflictos y descargar las tensiones por medios violentos (Corsi,1998). Todo ello se refleja en las tres formas básicas de violencia desarrolladas por los hombres a lo largo de su vida, que Michel Kaufman (1989) denomina como la triada de la violencia masculina.

• Violencia contra sí mismos, que incluye el enorme esfuerzo que se ven obligados a hacer, desde que son niños, para aprender a reprimir sus sentimientos, a no llorar o mostrar ternura, a esconder sus debilidades, a demostrar su “hombría” asumiendo riesgos, etc.
Violencia contra otros hombres, también como reflejo de características asignadas a su género, como la competitividad permanente, el manejo violento de discrepancias o conflictos, la exaltación de la fuerza física, etc.; 
La violencia contra las mujeres, cuyo origen es la subvaloración de lo femenino ante lo masculino, y el derecho a ser servidos por las mujeres, dando como resultado “las expectativas creadas respecto a sus relaciones”, y las expresiones de violencia cuando ellas no se cumplen como fueran sus deseos (Liendro, 1999).

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Prevención de la violencia desde la infancia

Vale la pena insistir en que estas conductas violentas no son “naturales” sino aprendidas y, por tanto, susceptibles de ser modificadas.

Es muy trascendente y promisoria la existencia en nuestro país de grupos de hombres como el Colectivo de Hombres por Relaciones Igualitarias, A.C. (CORIAC), y la inclusión del estudio de la masculinidad en el Programa Universitario de Estudios de Género, que desde la propia perspectiva genérica masculina se están abocando a la comprensión y abatimiento de la violencia doméstica en todas sus manifestaciones, y a la búsqueda de relaciones más equitativas entre hombres y mujeres.

Al reiterar sobre la necesaria equidad entre los géneros, de ningún modo se rechaza la existencia de la feminidad y la masculinidad. Lo que se busca es su re formulación, de manera que propicien el desarrollo integral de las capacidades humanas de mujeres y de hombres y el establecimiento de relaciones y vínculos afectivos basados en el respeto a los derechos y responsabilidades mutuas, donde el ejercicio del poder se distribuya
entre ambos.

Mientras se siguen identificando e instrumentando mecanismos hacia dicha re formulación, existe una herramienta sencilla y al alcance de todos(as) para contrarrestar el modelo existente, y con ello avanzar hacia la eliminación de la violencia. Se trata de adquirir conciencia, estar muy atentos(as) y evitar reproducir a través de conductas, actitudes y conversaciones –ni siquiera en tono de broma– los mitos o pautas atávicos que originan y perpetúan la violencia.

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