Solución ante la violencia domestica
¿Puedo abandonar a mi pareja?
Los indicadores del síndrome no son, en realidad, nuevos en
los ámbitos de atención a la mujer: se trata de víctimas que se
autoculpabilizan, que guardan silencio sobre el maltrato, que justifican
cualquier golpe racionalizando los motivos de su agresor y apelando al vínculo
afectivo que les queda. Sin embargo, hasta que dispongamos de instrumentos
terapéuticos que puedan aplicarse con efectividad, conocer el significado e implicaciones
de esos signos, quizás introduzca prácticas que sirvan para sacar a más
víctimas de sus contextos de violencia.
La incapacidad de la
víctima para poner en práctica recursos propios u obtener ayuda externa para
disminuir el riesgo de agresión impulsará a la mujer a adaptarse, vinculándose paradójicamente a la única fuente que
percibe de acción efectiva sobre el entorno: su pareja violenta. Para ello,
disociará las experiencias negativas de las positivas y se concentrará en estas
últimas, asumiendo la parte de arrepentimiento de su agresor, sus deseos,
motivaciones y excusas, y proyectando su propia culpa al exterior de la pareja,
protegiendo así su debilitada autoestima y modificando su identidad.
Después, cada una de las percepciones e informaciones que
reciba la mujer pasarán por el filtro del nuevo modelo mental que ha asumido
para explicar su situación, complicándose en gran medida las probabilidades de
extraer a esa víctima del entorno de violencia.
En mujeres con relaciones personales muy limitadas al
espacio doméstico, cuyas oportunidades de intercambio en otros ámbitos estén
restringidas, la percepción de su espacio vital puede ser muy similar a la de
un cautivo.
El Síndrome de Adaptación Paradójica a la Violencia
Doméstica es, pues, un proceso generado por el miedo, potenciado por el
aislamiento y la carencia de apoyo externo perceptible, y mantenido por ciertos
estilos de personalidad en la víctima.
Este síndrome de adaptación crea un nuevo modelo para
entender la realidad de violencia. En la Universidad Autónoma de Madrid se
desarrolla una investigación de campo, dirigida por el profesor José Antonio Carrobles,
con el objetivo de aportar un marco científico que lo defina, establecer medidas
de psicología preventiva en los protocolos de atención a las víctimas y
encontrar los procedimientos de intervención específicos para desactivarlo.
Detectar la presencia de este síndrome no es complicado,
pero contrarrestar sus efectos sí puede serlo. La actitud de quienes mantienen
el primer contacto con las víctimas de violencia doméstica, como pueden ser centros
de atención sanitaria o social, juzgados o comisarías de policía, es esencial para
identificarlo e introducir elementos de apoyo que permitan a la mujer salir de
la dinámica circular que la mantiene expuesta a la agresión.
La intervención del Síndrome de Adaptación sobre el mantenimiento del estatus de violencia requiere reforzar
determinados parámetros en los servicios de atención a la mujer y nos demuestra
que el maltrato en la
intimidad es un problema social complejo que requiere cuidar y evaluar de modo
sistemático los
mecanismos de asistencia y atención a las víctimas.
El apoyo social y la calidad de la información que reciban
las mujeres sometidas a maltrato son ingredientes básicos, pero pueden ser contraproducentes si son administrados
con descuido o rutina. Cuando en nuestro entorno tenemos la sospecha o
detectamos una situación de maltrato, más
importante que hablar del problema en sí mismo con la víctima es exponer
nuestra disposición para ayudarla y difundir señales de confianza.
Generar espacios de
seguridad alternativos, que sustituyan a los fragmentados en la víctima, puede ser
la llave para la apertura de un canal de comunicación que será determinante
para extraer a la mujer del núcleo de la violencia.
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